Red CEIWYNA: cinco años de compartir aprendizajes, sueños y resistencias


Por: Editorial CEIWYNA 
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El pasado 18 y 19 enero se realizó el V Encuentro de la Red de Centros Educativos Interculturales Wixáritari y Na’ayerite, en la localidad de Tsikwaita-San Miguel Huaixtita, Jalisco, ubicada en Mezquitic, en el norte más norte de Jalisco y al mismo tiempo, al centro de nuestro territorio ancestral y sagrado: El Gran Nayar.

Los que nos trasladamos a esa comunidad desde ‘Uweni Muyewe, Durango; Muxatej, Nayarit; Tateikié e Ipitzapa en Jalisco, tuvimos que cargar nuestras maletas cuesta arriba y abajo, por terracerías y cerros hasta llegar al punto de encuentro; conseguir “raites” y madrugar para llegar a tiempo y dejar nuestras labores en pausa para atender el llamado de la Red. En este trayecto hay compañeros de lucha, como los colaboradores del Programa Indígena Intercultural del ITESO y miembros de los Jóvenes Indígenas Urbanos de la Zona Metropolitana de Guadalajara, entre otros aliados, que esta vez les fue imposible atender la invitación.

Los anfitriones de este Encuentro, el Centro Educativo Tatuutsi Maxakwaxí y el Bachillerato Intercultural Tsikwaita (Emsad-51), nos dispusimos a tener los alimentos, dormitorios y espacios de trabajo en condiciones para recibir a los que veníamos. ¡Y llegamos! 
       
Entre amaneceres con vista a barrancos y anocheceres de cielos estrellados, encontramos nuestro momento de compartir. Primero, las alegrías y los logros, como la alternativa para que más de 700 jóvenes wixáritari y na’ayerite puedan estudiar el nivel básico y medio superior sin perder su identidad, lengua y cultura; las lentas pero continuas construcciones que vamos habilitando con dinero y trabajo propio para brindar un espacio digno a nuestros centros educativos; los nuevos proyectos culturales y educativos que emprendemos en nuestras escuelas y/o comunidades; los esfuerzos que hacemos para seguirnos capacitando como profesores, como profesionistas y comuneros.

También hubo momentos para expresar nuestras problemáticas y retos, como la falta de apoyos gubernamentales para el pago de varios de nuestros profesores y contar con una infraestructura escolar mínima adecuada; el de contar con insumos y equipamiento necesario en nuestros centros educativos; o la dificultad de obtener becas alimenticias y otros apoyos para nuestros alumnos –principalmente aquellos que vienen de localidades lejanas a estudiar a las nuestras.

En esta misma línea, las tensiones y dificultades que enfrentamos con la Secretaría de Educación Pública para poder, no sólo reconocer nuestros modelos educativos interculturales y comunitarios, sino impulsar los mismos como debería ser, en acuerdo a los derechos nacionales e internacionales que ratifica el Estado y que como pueblos originarios tenemos; o el reto constante de problematizar, adaptar y modificar nuestros modelos educativos a la realidad dinámica y compleja de nuestras comunidades.

Y así, la noche nos cobijó y el ambiente nos colmó de buenos deseos mutuos mientras compartíamos el calor que nos brindó el Abuelo Fuego, el sabor del tejuino y la música que brotaba del xaweri y el kanari, acompañados por una guitarra y un tololoche, a quienes acompañamos con cantos y alegría al entrar la noche.

Después de dos jornadas de compartición, llegamos, sí, a distintos acuerdos: está la voluntad de reunirnos más seguido para profundizar los distintos aspectos que atraviesan la realidad educativa de nuestra región, la intención de seguir fortaleciendo nuestra cultura dentro de los modelos educativos y en proyectos paralelos, el impulso por sumar colaboraciones al interior de nuestras comunidades y con actores externos aliados a nuestra lucha.

Sin embargo, no llegamos a ver ninguna solución concreta y expresa a nuestras múltiples necesidades y problemáticas, porque esas no existen en realidades como las nuestras, sabemos que nuestra lucha es un peldaño más entre las luchas que nuestros pueblos han tenido que enfrentar por lo menos desde hace 500 años. Sabemos que es un proceso que no termina ni terminará y que los siguientes pasos de resistencia se construirán despacio y entre todos.

Terminó el Quinto Encuentro, pero seguiremos encontrándonos para compartir las resistencias cotidianas por una educación apropiada y digna para nuestros pueblos. Regresamos a casa con el cansancio a cuestas, pero éste no es mayor que nuestro espíritu.



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